Fue un comentario al pasar de un amigo en el club el que instaló en la cabeza de Pablo Varela la idea de armar un equipo de rugby adaptado para personas con discapacidad. Fue algo así como una epifanía, una revelación súbita e inesperada la que impulsó al ex jugador de Cardenales, y no alguna conexión o experiencia previa en el ámbito de las discapacidades. “Era algo completamente desconocido para mí”, reconoce Pablo, dos años y medio después de haber puesto en marcha junto a un equipo de trabajo el programa “Cardenales Rugby Inclusivo”, una propuesta que resultó exitosa desde el comienzo y que ya inspiró experiencias similares de mixed ability rugby (juego adaptado), dentro y fuera de Tucumán.
Como invitado en La Otra Pregunta, el ciclo de entrevistas de LA GACETA, Varela contó detalles sobre cómo surgió el proyecto, en qué consiste, hacia adónde apunta y cuáles son las claves que lo han sostenido con firmeza a lo largo de estas dos temporadas y media y que le auguran un futuro promisorio.
- ¿De dónde salió la idea de armar el programa de rugby inclusivo de Cardenales?
- Fue muy raro. Un día como cualquiera, sentado bajo un árbol del club antes de dirigir un entrenamiento de juveniles, un amigo me cuenta que en un viaje con los infantiles había conocido a alguien que trabajaba con personas con discapacidad en el rugby. Me quedé pensando en eso hasta la noche, cuando volví a casa y le conté a mi mujer. Me animó a investigar sobre el tema y hacerlo. Semanas después, lo vi en el club a Ian, un chico con síndrome de Down, y el padre me explicó que le costaba sentirse cómodo y por eso no se entrenaba con los demás chicos. En ese momento confirmé que había que hacer algo.
- ¿Y cómo fue tomando forma la idea?
- Para mí, era completamente desconocido. Me puse a investigar y hablé con Daniel Fernández, fundador de Pumpas XV, el seleccionado nacional de mixed ability rugby. Luego busqué gente en el club para armar el equipo de trabajo, y se sumaron Alejandro Rodríguez, Lucía Vidal y Belén Maroni. Presentamos el proyecto a la Comisión Directiva del club y nos dieron luz verde para empezar. Largamos el programa con unos nervios tremendos, no sabíamos qué esperar. Y el primer día vinieron 10.
- Esperaban menos...
- Mucho menos. El segundo sábado fueron más, y el siguiente más. De golpe nos dimos cuenta de que habíamos abierto una puerta muy grande hacia un espacio que estaba faltando en nuestra sociedad.
- Tenía que ser Cardenales, un club abierto a lo nuevo pese a ser de los más antiguos de Tucumán.
- Así es. Así como fuimos pioneros en rugby femenino y hockey masculino, empezamos con el rugby inclusivo.
- Muchas iniciativas se sostienen al principio por el entusiasmo de la novedad, pero luego eso se va diluyendo. ¿Cómo hizo Cardenales Rugby Inclusivo para sostenerse en el tiempo?
- Creo que la clave fue institucionalizarlo. No queríamos ser un grupo de gente trabajando en un espacio cedido por el club, sino formar parte de él. Y así como durante la presidencia de Javier Budeguer se le dio inicio al programa, durante la de Martín Bellomío se lo institucionalizó. Esto significa que si un día dejo de estar yo o quienes trabajan conmigo, alguien tiene que tomar la posta.
- ¿Cómo lograron sostener el trabajo a partir del aislamiento?
- En 2019, que fue un año fabuloso, terminamos con un plantel de 40 chicos y un acompañamiento muy grande de los padres. Empezamos 2020 con todo, pero después de tres entrenamientos, llega la pandemia y se para todo. No sabíamos qué íbamos a hacer, lo único que sabíamos es que había que buscar la forma de seguir. Los chicos ya habían perdido muchas cosas con la pandemia, no podían perder también esto. Y la solución, como para mucha gente, fue hacerlo a través de Zoom. Nos llevó unas semanas acomodarnos hasta que empezó a funcionar y logramos completar el año haciendo los entrenamientos en forma virtual.
- ¿Hay límite de edad?
- No hay límite de ninguna clase. Es un espacio abierto para todos, sin importar su edad, sexo o discapacidad. Y tampoco hace falta que lleven nada. Ni botines, ni pantalón, ni camiseta, nada. Lo único que se necesita es tomar la decisión de participar e ir al club, en Silvano Bores al 400, con ganas de pasar un buen momento en un entorno seguro para los jugadores y jugadoras. Además, gracias a la comisión directiva del club, los participantes de Cardenales Rugby Inclusivo no pagan cuota.
- ¿Qué días se entrenan y en qué horarios?
- Todos los sábados, de 10.30 a 12. Cabe aclarar que no es un rugby como el de los partidos, es un rugby adaptado en el que no se golpean, simplemente se divierten. Podríamos decir que el rugby es una excusa para juntarnos y pasarla bien. Ante cualquier duda, nos pueden encontrar en Facebook e Instagram. O llegarse por el club cualquier sábado a la mañana.
- ¿En qué consisten los entrenamientos?
- Cuando llega un jugador o jugadora nueva, lo primero que hacemos es hablar con los padres o el responsable que lo lleva al club para que nos cuenten cuál es su situación y conocer su historia. A partir de ahí, buscamos integrarlo al resto, haciendo que en su primer día sea el más importante del equipo. Se lo presenta delante de todos antes del entrenamiento y todos lo aplauden al final del entrenamiento. Con el resto, vamos trabajando de acuerdo a cómo evolucionan. La profe Marta Maldonado dispone ejercicios físicos para practicar destrezas. Y si algún jugador no quiere participar o le pasa algo, entra la figura de Lucía, que es la especialista que mejor sabe tratarlos en esos casos.
- ¿Siempre son los padres o puede ser cualquier persona?
- Puede ser cualquier persona. Por ejemplo, hay una chica que colaboró como habilitadora mientras hacía una tesis para la Universidad. También hay personas que nunca habían ido al club, pero que se acercaron al enterarse del proyecto. Por supuesto, también pueden ser los padres, ya sea de sus propios hijos o de otros jugadores. Quién mejor que ellos para saber qué es lo que necesitan. Justamente, por conocer bien el tema de la discapacidad, los padres se dan cuenta a los cinco minutos si un proyecto es confiable o no. Y con nosotros siempre están colaborando para todo lo que haga falta. Hasta armaron su propio grupo para trabajar desde su lugar. Esa fuerza nos empuja todo el tiempo.
- ¿Cuáles son las perspectivas a futuro?
- Ojalá esto explote y se lo haga en otros clubes. Que seamos una provincia referente en este tema también, y que se puedan organizar encuentros entre los diferentes clubes. Muchas veces es cuestión de proponérselo, de preguntarse si es posible.
- Por lo pronto, ya surgió una réplica en Los Tarcos este año: “Rugby a tu ritmo”.
- Así es. Un chico de Los Tarcos, Gastón Yance, estaba colaborando con nosotros como habilitador. Y sintió ganas de hacerlo en su propio club. Lo animamos a hacerlo, lo presentó a la comisión directiva y ya está en funcionamiento. En todos los clubes se podría hacer, y así romperíamos una gran barrera. De hecho, a partir de la experiencia de Cardenales, también se inició San Agustín Rugby Inclusivo en Rosario, que hoy tiene más de 30 chicos.
- Sería bueno contar con respaldo institucional desde la provincia, ¿no?
- También. Pero siempre bajo la premisa de que quien se acerque, lo haga de corazón. Las fotos no nos interesan. Lo importante es cuidar nuestro tesoro, que son nuestros jugadores.
- ¿Qué cambió en vos a partir de este proyecto? ¿Qué aprendiste?
- Lo que me enseñaron estos casi tres años y trato de aplicarlo día a día es a sacarme presión, a darme cuenta de qué cosas son realmente importantes y darles el valor que merecen. De intepretar situaciones que antes no interpretaba. Estos chicos y sus papás me han enseñado a que tengo que ir un poco más tranquilo por la vida, que corriendo no llego a ningún lado y me pierdo de disfrutar lo más importante que tengo, que es mi familia. A mucha gente le pasó eso con la pandemia. Bueno, a mí me pasó un poco antes gracias al rugby inclusivo, je.